Twin Peaks 25 años después
25 años después, sucedió de nuevo
Twin Peaks regresa al aire por primera vez desde que se transmitió el capítulo 22 de la Segunda Temporada en 1991. En ese entonces, la serie sufrió una baja considerable en su rating: ya revelado el misterio del asesinato de Laura Palmer y concentrándose en sub-historias que no atraían a la gente como la Primera Temporada lo hizo, los creadores Mark Frost y David Lynch tuvieron que escribir a marchas forzadas un final que dejó muchos misterios sin resolver respecto al destino del querido Agente Especial Dale Cooper y, sobre todo, acerca del oscuro significado de la “Logia Negra“ (Black Lodge). Un cliffhanger que dejó a los fans más ávidos con ganas de más y que dejó a los críticos perplejos por su súbito cambio de estilo y temática en los últimos cinco capítulos.
Es muy probable que desde un principio Lynch y Frost tenían pensado un universo mucho mayor que el imaginado por los espectadores y su deseo de dar vistazos hacia lo que realmente pasaba en las entrañas no tangibles del pueblo era evidente en las secuencias oníricas de la primera temporada, con la aparición del Gigante, el Cuarto Rojo y el “Brazo“. Esas pequeñas dosis de surrealismo, entremezcladas con la investigación del asesinato y los relatos paralelos de los habitantes, fueron la clave del éxito. Sin embargo, ya resuelto el asesinato (por presiones de la cadena ABC ante la baja de audiencia) y con los elementos metafísicos y melodramáticos tomando cada vez más importancia, el espectador de principios de los 90’s ya no sabía qué pensar de la serie. Parecía que llegaba el prematuro fin de una historia que estaba lejos de estar contada.
Pero nadie contó que ésta pista sería tomada en serio: en el último episodio de la Segunda Temporada, Laura Palmer le dice a Cooper: Nos veremos de nuevo en 25 años…
2017: la televisión ha avanzado millas y el rating ya no es lo más importante, la calidad de las historias lo es. La brecha entre cine y televisión es cada vez más pequeña, a tal grado que el Festival de Cannes (mismo que éste mismo año le cerró la puerta a las películas producidas por compañías de streaming) decidió inaugurar una nueva sección paralela dedicada a la pantalla chica. ¿Qué serie fue la encargada de estrenar la categoría? Nada más y nada menos que la Tercera temporada de Twin Peaks, llevada de la mano por Lynch, que dirigió los 18 capítulos. Las primeras dos horas fueron recibidos con una ovación inmensa, contrario a la precuela fílmica Twin Peaks: Fire walk with Me que fue abucheada en su estreno en el mismo festival en 1992.
¿Qué inspiró tan radical cambio? Cabe destacar que tonalmente, la nueva temporada es más similar a la película que a la serie original. La temática también es similar, explorando los elementos místicos y la leyenda detrás de “Bob“ y cómo el FBI ya tenían antecedentes de casos similares. Muchos de los personajes del filme cobran un peso inmenso en El Regreso (específicamente el Agente Phillip Jeffries interpretado por el ya difunto David Bowie y que tiene una peculiar aparición en las últimas horas). Algunos otros personajes, importantes en las primeras temporadas, ya no aparecen o su importancia se vuelve mínima. El ritmo es igualmente lento y desafiante. Entonces… ¿Cuál es el alboroto?
Empecemos con el que ha sido el mayor acierto que tuvo la gestación de esta nueva temporada:
Showtime, canal de audiencia mediana en Estados Unidos, funge ahora como productora de la serie. A sabiendas de que Lynch y Frost tenían planeado un revival desde hace años, les ofrecieron completa libertad creativa, para hacer y deshacer con su creación como quisieran. Las 18 horas serían transmitidas, al mismo tiempo, en el canal de streaming de la cadena y en varios servicios más de streaming a nivel mundial.
Esto se tradujo en 18 capítulos de arte lyncheano en su máxima expresión, un pintor con una gama infinita de colores y canvas en los cuales plasmar su visión original. Cada capítulo tiene un peso específico, cada personaje nuevo es un rompecabezas caótico, cada personaje conocido que regresa tiene un propósito inherente en el conflicto principal. La fotografía de Peter Deming es sublime en cada encuadre y cada hora culmina con una selección musical que marca perfectamente la transición de lo viejo a lo nuevo (del bellísimo score sintetizado de Angelo Badalamenti en la serie original a la aparición de grupos como Chromatics, Nine Inch Nails y Au Revoir Simone en la nueva).
El núcleo de la nueva trama es algo ya explorado en películas de Lynch como Lost Highway y Mulholland Drive: los doppelgängers o “tulpas“ como la representación de realidades alternas y universos paralelos, la dualidad del bien y el mal representando el forcejeo constante entre dos fuerzas en la sociedad y en la mente del individuo, la posibilidad de la inmortalidad a través del recuerdo y de los sueños.
Twin Peaks vuelve a cambiar la manera en cómo apreciamos el mundo de la televisión. Lynch y Frost vuelven a romper moldes con una serie que reta al espectador a prestar atención a cada detalle, a tener paciencia, a tratar de formar sus propias conclusiones y respuestas a preguntas que jamás serán contestadas del todo. Lynch la define como “una película de 18 horas“ y vaya que lo es. Cabe destacar la belleza visual y atmosférica del Capítulo 8 Got a Light?, comparable a cualquier obra maestra anterior del director.
Toda la serie se siente y se interpreta como un sueño. Pero ¿quién es el soñador?
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