¿Cómo la violencia de género influye en mi vida?

Para empezar necesitan saber dos cosas de mi soy mujer y soy mexicana, lo que significa que todos los días al despertar elijo mi ropa no dependiendo del clima, ni de la ocasión, si no de la ruta que voy a tomar, si voy a estar sola o acompañada, a qué hora regresaré a mi casa y de cuál será mi medio de transporte. Deben saber que al despertar y mirar mis redes sociales normalmente veo a mis amigas compartiendo imágenes de mujeres desaparecidas o de algún feminicidio. El de hoy es mucho más doloroso, se trata de una niña llamada Fátima, durante el desayuno me quedo pensando en ella y en toda la vida que tenía por delante, también en Ingrid de la semana pasada y en todas las que han pasado. Me da tanto coraje que se me quita el apetito y mi ansiedad aumenta tanto que necesito mandarle mensaje a mis primas, hermana, mamá y amigas para asegurarme que estén bien. Decido no revisar mis redes sociales en todo el día.
Soy pasante de enfermería y antes de salir de mi casa hacia el servicio social me aseguro de tomarme una foto para que todos vean cómo voy vestida y subirla a instagram, me despido de mi roomie y le pido que se asegure de cerrar bien la puerta y no abrirle a nadie, mientras ella me pide irme con cuidado y avisarle cuando llegue. Mi servicio me queda a dos calles caminando, sin embargo, debo cruzar un terreno, le hablo a mi mamá pero no me contesta y decido hablarle a un amigo, le aviso que no me cuelgue hasta que termine de cruzar y hablamos de cualquier cosa, él sabe que tengo miedo así que me prometió conseguirme una navaja, le digo que sí.

Llegando al hospital me encuentro a una paciente embarazada de 16 años, me recuerda a mi hermana, tiene la mirada triste y al platicar con ella me confiesa que ella no quería estar embarazada, su novio la convenció de tener un bebé, me quedo con ella hasta el momento de tener a su bebé, quisiera hacer más por ella y ayudarla a romper el círculo de violencia en el que sé que se encuentra pero no puedo, me cuesta aceptarlo, sé que como personal de salud le estoy fallando y que como sociedad le hemos fallado.
Durante mi guardia entre compañeras comentamos el caso de feminicidio de Fátima, me preguntan si las cosas están realmente mal en la CDMX o solo es una exageración, al escuchar eso siento que me hierve la sangre pero intento informar a mis compañeras de la situación en la ciudad y lo comparamos con la situación en este estado, siempre llegamos a la misma conclusión, el machismo aumenta, los casos como los de Fátima aumentan y necesitamos hacer algo, pasamos a contar las experiencias de acoso que ha vivido cada una, yo no me atrevo a contar la mía pero sé que no soy la única, la plática se vuelve dolorosa para todas así que decidimos parar. Vuelvo a sentir náuseas.
Continúo en la guardia platicando con mi paciente de 16 años y rompemos mitos de salud sexual y reproductiva, termina eligiendo un método anticonceptivo y me tranquiliza saber que por lo menos en dos años no tendrá a otro bebé y le recuerdo que tiene que ser por elección propia, logro convencerla de que acepte ir con psicología, me siento satisfecha con eso.
Al salir de mi guardia vuelvo a llamar a mi mamá y platico con ella hasta que llego a mi casa, cierro bien y me dispongo a descansar, porque sé que mañana será otro día y espero que sea mejor.

Fotografía de portada: Sergio Arau
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