Joker, más allá del bien y del mal

El Joker es un espejo duro de ver, retrata la realidad con crudeza y maestría, incomoda porque toca fibras sensibles y nos obliga a ver cosas que preferimos ignorar, fingir que no están, que no nos conciernen. El film nos invita a pensar que la maldad y violencia generalizada de ciudad Gótica y de nuestra sociedad, no surge de la nada por generación espontánea, sino que más bien fue cocinada a fuego lento con ciertos ingredientes como desigualdad, impunidad, materialismo e individualismo. En este sentido, se crearon las condiciones de posibilidad para que la violencia surgiera. Si Arthur Fleck (Joker) fuera el único disgustado, enfermo y segregado nada hubiera pasado, lo hubieran atrapado, encarcelado y aislado, pero Arthur es sólo uno entre miles, o tal vez millones; hijos todos del abandono social y los males de nuestra época. Más que gente mala, tenemos gente en malas circunstancias, en malas condiciones de vida, gente explotada, ridiculizada, lastimada.

Heidegger decía que de la nada, nada. La violencia no es la excepción, no se da porque sí. El asunto es que hay muchos tipos de violencia: física, psicológica, verbal, simbólica, política, social, etc. Se puede lastimar a otros sin tocarlos. Las condiciones sociales de desigualdad, impunidad, segregación, discriminación, etc., son violencia y un terreno fértil para más violencia. La violencia engendra violencia y se magnifica con ella.

Como dijo Rigoberta Menchú, la pobreza es ya en sí misma una forma de violencia. La rapacidad de muchas empresas, la corrupción de nuestros gobiernos, las leyes amañadas, etc., son las causas profundas de la violencia, se socializan las pérdidas mientras se privatizan las ganancias. La realidad es que las reglas del juego están torcidas de fondo y así como concentran la riqueza en unos pocos, propagan la frustración, miseria y exclusión en muchos otros.

Joker no es un sujeto aislado, es un síntoma y un símbolo del enojo, fastidio, hartazgo de los “Nadie”, los “Sin nombre”, de los miles y millones de miserables, rotos y olvidados de un sistema que por cada millonario que aparece en la lista del Forbes, crea 10 millones de marginados.

Más que un descenso a la locura, el Joker es un ascenso a la lucidez, al entendimiento de que la sociedad actual está podrida. El Joker es el reflejo de nuestra sociedad; y como el arquetipo Junguiano del loco, nos grita y se burla de nuestras contradicciones, nos confronta ante nuestra hipocresía y doble moral. Como Sócrates saliendo de la caverna, Arthur Fleck despertó de la ficción social, pudo ver las sombras en la pared, pero su despertar lo desquició, o por lo menos, lo radicalizó. De la ficción de ley y orden, al anarquismo, nihilismo y caos.

El Joker se afirma apolítico, no tiene bando, ni ideales, ni objetivos específicos, es nihilista y hasta cierto punto anarquista. Ha dejado de creer, todas las ficciones sociales son sombras, y ya no puede tomárselas en serio son un chiste. La tragedia del joker es tragedia de muchos que tampoco se encuentran o reconocen en los discursos y prácticas sociales dominantes, los parias, los diferentes, los excluidos que para no llorar, prefieren reír.

Con los niveles de concentración de la riqueza, explotación laboral, precarización de los salarios, etc., tenemos buenas razones para considerar que la llamada “sociedad del bienestar” es una frase vacía, hueca, un cruel y trágico chiste. Las leyes son un chiste, al igual que la justicia, política, organismos internacionales, religión, economía, todo parece ser un horrendo y despiadado chiste. Vivimos en una farsa generalizada, en una especie de delirio colectivo, y reír tal vez sea lo único sensato que podamos hacer. El Joker parece haber entendido la ironía y por eso se ríe, para no llorar, para no morir, para no desaparecer simplemente. Las ideologías que dominan nuestra sociedad no parecen tener sentido, hemos perdido la cordura, y en este sentido el Joker no es la enfermedad, sino el síntoma.

Lo curioso es que esta obra de arte, nos corrobora lo que la ciencia y la filosofía moral ya saben, investigadores como Richard Wilkinson y Kate Pickett nos muestran con datos contundentes de la ONU, OMS, UNESCO y el Banco Mundial que la desigualdad es corrosiva y hace a las sociedades disfuncionales, exacerba sus niveles de estrés, adicciones, violencia y locura entre otros males sociales. La maravilla de Todd Phillips (director y guionista) Scot Silver (guionista) y Joaquin Phoenix (actor), es que nos muestran este sinsentido de una manera gloriosamente artística. Gracias por sacarnos de nuestro letargo y nuestra zona de confort. La gran duda sigue siendo: ¿y ahora, ante todo esto, qué vamos a hacer?

       Bibliografía

 

Wilkinson R. y Pickett K, (2001): The spirit level, Bloomsbury Press, UK.

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada.